Mediante este artículo, repasamos la historia de Bosnia-Herzegovina, una tierra marcada por una serie de acontecimientos que han dejado una profunda huella en su territorio y en su gente a lo largo de los siglos. Desde la antigüedad, hasta los turbulentos conflictos del siglo XX, cada período ha moldeado la identidad de esta nación balcánica de manera única.
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Historia de Bosnia-Herzegovina, breve contexto
Antigüedad
Durante el Neolítico Bosnia-Herzegovina fue habitado por los Ilirios. Los celtas llegaron en el siglo IV a.C., y más adelante los romanos, desencadenando guerras contra los ilirios. Varios pueblos como los ostrogodos, los alanos y los hunos se asentaron en la zona, hasta que el imperio bizantino lo conquistó; y más tarde, sucediese la invasión avara.
Período medieval y Reino de Bosnia
En el período medieval, la región experimentó la consolidación del feudalismo con la influencia de los francos a partir del siglo IX y la presencia del reino de Serbia y de Croacia. Hacia el año 1200, el Banato de Bosnia logró autonomía luchando contra húngaros y serbios. A pesar de ser mayoritariamente católica, la población estaba dividida en tres iglesias, siendo una organización débil y sin el respaldo exclusivo del Estado. En 1375, Tvrtko se proclamó rey, dando origen al Reino de Bosnia, que mantuvo su independencia hasta 1463, a pesar de la creciente amenaza otomana en la región desde un siglo antes.
Dominio otomano (1463-1878)
Durante el período otomano (1463-1878), Bosnia experimentó una transformación significativa. La invasión de Mehmet II en 1463, resultó exitosa a pesar de los intentos del último rey de Bosnia, Esteban Tomašević, de repeler a los turcos. Finalmente, los invasores otomanos conquistaron el territorio, y ejecutaron a Tomašević. Muchos bosnios se convirtieron al islam.
La expansión del islam fue facilitada por predicadores musulmanes ambulantes, y bajo el dominio otomano, se construyeron mezquitas, escuelas y bibliotecas, destacando la mezquita Gazi Husrev-beg en Sarajevo. Muchos musulmanes bosnios ascendieron en la élite del imperio, ocupando roles destacados.
El declive del Imperio otomano a finales del siglo XVII llevó a la pérdida de territorios y la expulsión de eslavos musulmanes.
Administración austrohúngara (1878-1918)
Tras la guerra entre Rusia y Turquía en 1878, Bosnia-Herzegovina pasó a la administración austrohúngara en el Congreso de Berlín.
Durante este período (1878-1918), Austria-Hungría buscó convertir a Bosnia en una «colonia ejemplar», impulsando la construcción de infraestructuras y promoviendo la modernidad.
El auge del nacionalismo y la Primera Guerra Mundial
El auge del nacionalismo, derivado del romanticismo y el darwinismo social del siglo XIX, provocó tensiones entre serbios y bosnios musulmanes. En 1908, Austria-Hungría anexionó Bosnia, y en junio de 1914, el asesinato del archiduque Franz Ferdinand en Sarajevo desencadenó la Primera Guerra Mundial. A pesar de la participación de bosnios en el ejército austrohúngaro; y otros, en el ejército serbio, la mayor parte de Bosnia no fue un campo de batalla.
Tras la Gran Guerra, en 1918, Bosnia fue integrada en el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos. En la década de 1920, las tensiones aumentaron entre el centralismo serbio y el nacionalismo croata. En 1929, el rey Alejandro I cerró el parlamento y asumió el control total. En 1929, el país adoptó el nombre de Reino de Yugoslavia, pero las tensiones políticas y sociales persistieron, fortaleciendo a los partidos extremistas tanto de derecha como de izquierda.
Segunda Guerra Mundial (1941-1945)
Durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1945), Bosnia experimentó la invasión nazi y la formación del Estado Independiente de Croacia, subordinado a los nazis. La opresión fue severa, con la aniquilacioón de la población judía y la muerte de serbios, judíos y opositores políticos en campos de concentración croatas.
Algunos bosnios brindaron apoyo a los chetniks serbios (grupo monárquico y patriota), otros a los nazis (hubo bosnios musulmanes que los apoyaron, a pesar de la brutalidad ejercida) y otros a los partisanos comunistas liderados por Josip Broz Tito, quienes resistieron a las fuerzas de ocupación. El territorio de Bosnia Herzegovina se convirtió en un campo de batalla entre los alemanes, italianos, la ustacha croata y las milicias partisanas.
República Federal Popular de Yugoslavia (1945-1990)
Tras la victoria de los aliados en 1945, Bosnia se integró en la República Federal Popular de Yugoslavia, liderada por Tito. Bajo un modelo socialista y el amparo de la Unión Soviética, se implementaron programas de reconstrucción e industrialización. Tito promovió la unidad y la fraternidad, prohibiendo el nacionalismo a favor de la convivencia. La economía se basó en la autogestión y la propiedad social, destacando la expansión de la industria y la construcción en Bosnia.
Desintegración de Yugoslavia (1990-1995)
En la década de 1980, con la muerte de Tito y el pesimismo en torno a la consecución de una sociedad comunista, el nacionalismo fue ganando fuerza y los países occidentales incrementaron la presión. Cada república de Yugoslavia buscó su propio camino, y con el colapso de la hegemonía soviética en Europa del Este, la República Federal Socialista de Yugoslavia llegó a su fin.
En 1990, se celebraron elecciones multilaterales, y los partidos nacionalistas, como el Partido de Acción Democrática (SDA) de Alija Izetbegovic (bosniaco), la Comunidad Democrática Croata de Franjo Tuđman (HDZ – serbocroata) y el Partido Democrático Serbio de Radovan Karadžić (serbobosnio), emergieron en Bosnia-Herzegovina. Estos partidos formaron un gobierno de coalición que enfrentó tensiones étnicas y territoriales, particularmente entre croatas y serbios en Bosnia.
Guerra de Bosnia (1992-1995)
Los conflictos en Eslovenia y Croacia (entre los defensores de la unión de la Federación de Yugoslavia y los nacionalistas separatistas) arrastraron el conflicto a Bosnia-Herzegovina, haciendo estallar así la Guerra de Bosnia (1992-1995).
La ruptura de la Federación de Yugoslavia planteó desafíos a la existencia de la República de Bosnia, símbolo de diversidad étnica y relaciones pacíficas entre pueblos (bosniacos, serbobosnios y serbocroatas). En medio de tensiones entre partidos nacionalistas, el presidente Izetbegovic abogó por un estado multiétnico, mientras que sus opositores buscaron estrechar lazos con Serbia y Croacia, respectivamente.
Contexto internacional
La tensión y el conflicto descritos en la historia de Bosnia-Herzegovina deben ser contextualizados en el marco del final de la Guerra Fría, periodo en el cual la hostilidad entre las dos principales potencias y sus respectivos aliados persistía. La península balcánica representaba una frontera geográfica y política entre dichas potencias. El bloque occidental, encabezado por Estados Unidos, Reino Unido y Francia, buscaba reducir -y arrebatar- la influencia de la Federación Rusa en los Balcanes. Con este objetivo, promovieron de manera directa e indirecta los movimientos nacionalistas en los países más prósperos de la región, específicamente en Eslovenia y Croacia, desatendiendo los logros alcanzados por la Federación Yugoslava y desconsiderando su legitimidad.
En un contexto de Estado de Derecho, esta acción sería considerada un ataque, sin embargo, no encontró resistencia contundente por parte de la jurisprudencia internacional, u occidental. Era evidente que, de persistir la escalada del conflicto, este estallaría finalmente. El territorio de Bosnia-Herzegovina ofrecía todos los elementos necesarios para que esto ocurriera, ya que constituía un estado donde coexistían dos influencias divergentes. Por un lado, estaba la influencia croata, con una identidad marcadamente nacionalista, un pasado de filiación nazi y de influencia fascista y católica conservadora. Por otro lado, estaba la influencia serbia, caracterizada por su adherencia a la ortodoxia cristiana, un fuerte patriotismo y su alianza con Rusia en el ámbito espiritual e ideológico. Un tercer componente -y no menos importante- en este complejo escenario era la población musulmana de Bosnia, conocida como los bosniacos. La interacción de estas tres influencias creó un caldo de cultivo propicio para la intensificación del conflicto en la región.
La aprobación internacional de la independencia de Bosnia-Herzegovina fue complicada por la oposición serbia y el temor a la guerra. A pesar de la opinión negativa del comité arbitral de la Unión Europea, Bosnia celebró un referéndum en 1992, donde el 62% votó a favor de la independencia. Los serbobosnios no se sintieron participes del proceso y boicotearon la votación. Inmediatamente, liderados por Karadžić, iniciaron una respuesta armada, asediando Sarajevo y proclamando la República Serbia de Bosnia en abril de 1992.
A pesar de las limpiezas étnica y la violencia, la comunidad internacional tuvo una respuesta limitada. La ONU envió a los Cascos Azules, pero su capacidad para abordar el conflicto fue limitada. En agosto de 1992, musulmanes y croatas proclamaron la República de Herceg-Bosna en el sur de Bosnia, generando más enfrentamientos. La complejidad del conflicto se exacerbó con la mezcla de batallas y la violencia generalizada, incluida la limpieza étnica, que resultó en la huida de habitantes y la pérdida de territorios.
Como es característico en cualquier conflicto armado, y especialmente en guerras multipolares contemporáneas, se manifiesta una marcada diversidad de opiniones y perspectivas. Este fenómeno se deriva de la participación activa de potencias internacionales en el conflicto, cada una de las cuales aborda la situación desde sus propios intereses estratégicos. Las disputas y divergencias en la interpretación de los eventos suelen ser reflejo de las complejas relaciones geopolíticas y de las agendas individuales de las naciones involucradas. En el caso específico que nos ocupa, la intervención de diversas potencias en el conflicto balcánico durante la etapa post-Guerra Fría contribuyó a una pluralidad de enfoques y estrategias.
En marzo de 1994, tras las presiones de Estados Unidos, se formó una alianza croata-musulmana, dando origen a la Federación de Bosnia-Herzegovina, confederada con Croacia. Esta federación detuvo las batallas, aunque la construcción jurídica del territorio aún no estaba resuelta. Existían puestos de aduanas bajo control local, lo que complicaba la distribución de ayuda humanitaria. La ciudad de Mostar, administrada por la Unión Europea desde 1994, quedó dividida en una parte croata rica, y otra, musulmana pobre y destruida.
Intervención Internacional
Estados Unidos, inicialmente no involucrado (de manera directa y abierta) en el conflicto, decidió intervenir militarmente en Bosnia en junio de 1995. A pesar de la presencia de la Unión Europea y la ONU, estas instituciones no lograron resolver la crisis, y se propusieron cinco planes de paz en tres años.
La intervención militar estadounidense, junto con la estrategia de ataques aéreos de la OTAN, cambió la situación. Los bombardeos debilitaron a los serbobosnios -hubo más de 300.000 desplazamientos forzosos- desplazamientos masivos de civiles de Bosnia, permitiendo a croatas y bosnios ocupar territorios.
Acuerdo de Dayton y Reconstrucción Postconflicto
En noviembre de 1995, bajo la sombra de Estados Unidos, se iniciaron negociaciones de paz que culminaron en el Acuerdo de Dayton, firmado en París en diciembre por Franjo Tuđman, Alija Izetbegovic y Slobodan Milosevic. El acuerdo creó el Estado de Bosnia-Herzegovina, compuesto por la Federación de Bosnia-Herzegovina (croata-musulmana) y la República Srpska (República Serbia de Bosnia), con instituciones comunes pero la posibilidad de relaciones especiales con Serbia y Croacia. Aunque el Acuerdo de Dayton trajo la paz, no ofreció una solución a largo plazo para la estabilidad de la región, dejando abierta la puerta a nuevas tensiones.
A partir del Acuerdo de Dayton, la reconstrucción en Bosnia-Herzegovina comenzó con una inversión comprometida de más de 5.000 millones de dólares por parte de la comunidad internacional a lo largo de 11 años. Aunque Estados Unidos fue fundamental en la reedición del conflicto y el establecimiento de una nueva estructura jurídica, la responsabilidad financiera recayó principalmente en la Unión Europea. El objetivo era repatriar a los refugiados y restablecer las condiciones de la vida civil. Sin embargo, las elecciones de 1996, en las que ganaron partidos nacionalistas, indicaron la dificultad de esta iniciativa, ya que muchos refugiados no tenían intención de regresar a los territorios controlados por los agresores.
La privatización de las empresas y la transición a la economía de mercado fueron difíciles debido a la resistencia de los partidos nacionalistas. La ayuda económica favoreció al partido croata y bosnio, que hizo aumentar exponencialmente la corrupción, mientras que la República Serbia de Bosnia recibió poca ayuda debido a la falta de colaboración de los líderes serbios.
En 1997 y 1998, la comunidad internacional decidió respaldar al líder bosnio, Biljana Plavsic, que parecía ser más moderada que otros miembros de su partido. Sin embargo, la situación cambió en 1999 con la dimisión de Plavsic y eventos que llevaron a una crisis política en la República Serbia de Bosnia.
Desde 1996 hasta 2004, la OTAN tuvo fuerzas de implementación (IFOR) y estabilización (SFOR) en Bosnia-Herzegovina. En octubre de 2014, se celebraron elecciones generales con la formación de la triple presidencia compuesta por Bakir Izetbegovic (musulmán), Dragan Covic (croata) y Zeljka Cvijanovic (serbia).